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Medioambiente

Proteger el medio ambiente, el mejor antiviral para evitar otra COVID-19

Proteger el medio ambiente, el mejor antiviral para evitar otra COVID-19
26 Ene
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Todos los expertos coinciden de manera clara: nuestra mejor vacuna para el futuro es proteger la naturaleza y la biodiversidad, es el mejor seguro de vida que podemos encontrar.

Los (inesperados) beneficios del coronavirus para el medio ambiente

El estado de confinamiento en el que ha vivido una gran parte de países del mundo y la paralización de la actividad en algunos sectores altamente contaminantes han dejado imágenes inéditas que reflejan los beneficios ambientales que esta situación excepcional ha provocado. Por ejemplo: grandes ciudades sin su habitual "boina" de contaminación -con el Himalaya visto desde una distancia de más de 160 kilómetros o los cielos de Madrid y Barcelona más limpios que nunca-, aves marinas campando a sus anchas por los cristalinos canales de Venecia, o animales salvajes aventurándose a invadir los solitarios espacios urbanos.

 

¿Qué ocurrirá cuando las cosas vuelvan a la normalidad?

Eso es lo que tratan de analizar actualmente expertos de todo el mundo. El equipo de ecología de la consultora especializada en sostenibilidad Arup ha creado el Biodiversity & Natural Resources Horizon Scan, un documento basado en el análisis de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que plantea las cuestiones clave en materia ambiental tras esta crisis en torno a cinco temas interconectados: hábitat, biodiversidad, agricultura y recursos, contaminación y crisis climática.

Estos aspectos incluyen desde el coste ecológico de los desarrollos urbanos hasta la identificación de especies y su monitorización con inteligencia artificial. El objetivo de este trabajo es invitar a la reflexión para generar debate, crear conciencia y promover un cambio de mentalidad a raíz del momento que vivimos.

“El progreso hacia el logro de los ODS depende de la conservación de la biodiversidad y la reducción del cambio climático. Para cumplir con la Agenda 2030 es urgente detener tanto el cambio climático como la pérdida de biodiversidad, claves de las que dependen todas las comunidades del mundo y las generaciones futuras, ya que protegen la salud del Planeta.”

Los expertos defienden que las actividades humanas “están provocando una catastrófica disminución de la biodiversidad que pone en peligro el suministro de alimentos, el agua potable, los sistemas de energía, las economías y los medios de vida de miles de millones de personas en todo el mundo”


 Planeta y salud humana, interconectados

"La interrelación entre el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el bienestar humano “es indiscutible”, alertan todos los expertos, que no tienen dudas de que todas ellas “son cuestiones inseparables”.

"La pérdida de biodiversidad facilita, cada vez más, la transmisión y propagación de patógenos procedentes de especies animales, como es el caso de la COVID-19. Un Planeta sano es nuestro mejor antivirus."  Luis Suárez, biólogo y coordinador de Conservación de WWF España.

Según Luis Suárez, biólogo y coordinador de Conservación de WWF España, con más de 20 años de experiencia en protección del entorno, es evidente la relación “directa” que existe entre la destrucción de la naturaleza y el aumento de pandemias como el nuevo coronavirus. A su juicio, y tras la crisis sanitaria, nos enfrentamos a una crisis social y económica muy importante, pero también “ante la oportunidad de hacer las cosas mejor”.

“No conocemos el origen exacto de la COVID-19, pero sí sabemos que se trata de una zoonosis, una enfermedad que salta de especies animales a humanos”.

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que más del 70% de las patologías que han afectado al ser humano en los últimos 40 años han sido transmitidas por animales salvajes, y el número “va en aumento”. Esto no es una cosa nueva: la peste bubónica “fue una zoonosis”, señala. Todas están presentes en la naturaleza y hemos convivido con ellas durante siglos, afirma, pero ahora se están incrementando “a saltos y con rapidez”. Y precisamente porque “a menor biodiversidad, mayor es la capacidad de propagación de patógenos (ya sean virus o bacterias), en el momento en que alteramos esta biodiversidad, cuando destruimos un bosque o una selva, alteramos las complejas cadenas de relaciones que existen entre los distintos animales y seres vivos que mantienen estos virus y estos patógenos controlados”, recalca.

El cambio climático, además, amplifica toda esta situación y de forma muy directa. “El incremento de las temperaturas hace que aves, mosquitos e insectos migren a zonas que, poco a poco, se están convirtiendo en tropicales. Ahora, pueden transmitir enfermedades en latitudes que antes eran más frías y que ya no son zonas hostiles para ellos”, añade Suarez.

Por esta razón, y tal como advierte desde hace tiempo Naciones Unidas, “nuestra mejor vacuna para el futuro es proteger la naturaleza y la biodiversidad”. 

 

Y esta llamada no llega solo de los grupos conservacionistas, sino también, y sobre todo, de la ciencia. Ya no es una cuestión solo de ecología sino de ser conscientes de que, si queremos que disminuyan las pandemias debemos contar con una naturaleza sana.

“Si no es por ética, hagámoslo por pura supervivencia”, señala Suárez, que recalca que “la vacuna para el Planeta es la vacuna para la Humanidad”.

Para ello, los expertos creen fundamental no detener las acciones contenidas en el Acuerdo de París, sino al contrario, acelerarlas para recuperar la economía sin olvidarse de una transición energética que permita hacer frente al cambio climático, premiando las actividades que contribuyan a mejorar la salud del Planeta y poniendo trabas a las que no.

En el camino, los ciudadanos deberemos adoptar hábitos diarios sostenibles, pero sobre todo exigir a los Gobiernos “cambios estructurales”, defiende este experto.

 

El peligro de la crisis económica tras el covid: ¿se tendrá en cuenta el medioambiente?

Temiendo un repunte de las emisiones de CO2 si el plan de recuperación pos-COVID-19 está dirigido a un crecimiento a cualquier precio, ocurrirá lo mismo que durante la crisis económica de 2008: se beneficiará principalmente a las industrias contaminantes.

A esto se suma el aplazamiento de las principales reuniones internacionales para buscar soluciones a la emergencia climática, como la Conferencia de Naciones Unidas (COP26), prevista para el próximo mes de noviembre en Glasgow y que ya se ha pospuesto hasta 2021.

 

Una cita, señala Greenpeace, “crucial para la implementación efectiva del Acuerdo de París, y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB)”. En estos momentos, añaden, “corren riesgo las principales decisiones internacionales que necesitamos para enfrentar las emergencias fundamentales: el cambio climático y el colapso de los seres vivos”.

“No podemos permitirnos repetir los mismos errores”. “Necesitamos planes de recuperación que prioricen a los ciudadanos, su salud, su bienestar, el medio ambiente y el clima.” Greenpiece

 

Reconstruir en clave ambiental

Todo indica que esta crisis puede ser, a nivel ambiental, una oportunidad para el cambio. El pasado 9 de abril, diez ministros de la UE con competencias ambientales pidieron que los programas de reconstrucción tras la COVID-19 “se alineen con los planes para atajar la crisis climática y la pérdida global de biodiversidad”.
El objetivo: trabajar en un plan europeo de recuperación que integre la transición ecológica y la transformación digital, utilizando el Green Deal europeo como “marco” para impulsar esta recuperación.
En palabras de Eduardo Perero, responsable del Área de Economía Circular y Agua de Fundación Conama, es el momento de pensar en la reactivación de la economía “en clave ambiental” y extraer las mejores conclusiones posibles de esta crisis sanitaria para impulsar una sociedad “más sostenible, adaptativa, resiliente, descarbonizada, circular y que sea capaz de conservar los servicios ambientales que ofrece la biodiversidad de nuestros ecosistemas”.

Por su parte, los trabajos del investigador del CSIC, Fernando Valladares abordan, precisamente, los impactos de los cambios climáticos en los ecosistemas terrestres, y durante esta pandemia ha dejado claro en más de una ocasión su teoría: el virus es parte del ecosistema, pero el coronavirus y las consecuencias mundiales que está teniendo serán “solo el prólogo de lo que se nos viene encima si no cambiamos sustancialmente nuestra relación con la naturaleza”.

A su juicio, “la degradación de los ecosistemas es una fuente de problemas a muchas escalas” y por eso, insiste, al igual que el resto de expertos, “la mejor protección es la naturaleza”, ya que “es la mejor vacuna, porque ejerce una protección integrada. “No es perfecta, pero su protección es de amplio espectro, no cuesta dinero, es sostenida y cumple muchas otras funciones. Su labor es impagable”, sentencia.

La naturaleza es la tecnología más avanzada que hay. Cuando la naturaleza no funciona bien ocurren estas cosas. Creemos que la tecnología y la riqueza nos van a librar de todos los males, pero una economía que no tenga en cuenta la preservación del equilibrio natural será totalmente vulnerable ante estos golpes”, remarca Valladares.